Francesca quería un lugar para reunirse con los suyos, charlar, repasar fotos de sus viajes, escuchar música o tomarse un exquisito café a solas con el periódico. Además, su pasión por la lectura y el coleccionismo hacía necesario que ese espacio soñado se rindiera a la luz y acogiera objetos traídos de cualquier lugar del mundo. La reforma debía compaginar el estilo neoclásico del edificio con su pasión por el arte y cierta tendencia renovadora. Su cocina debía estar abierta al resto del piso combinado detalles clásicos con elementos más comtemporáneos.
Para dar cabida a todo el mundo de sabores y especias que necesitaban un lugar en la cocina de Francesca, se optó por la colocación de amplios armarios en columna con espacio suficiente para el almacenaje. Las puertas de los mismos son batientes o extraíbles. Además, el almacenaje de los muebles bajos de la isla se organiza en parrillas, bandejas, cajones o cajones compartimentados, optimizando el espacio y creando un ambiente ordenado y fácil de limpiar.
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Integrar la cocina con el resto de la casa fue la solución perfecta para Francesca.
Un espacio amplio y funcional en el que, tanto los utensilios de trabajo como cualquier alimento necesario para cocinar.
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